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Para enfrentar la crisis climática se necesita la participación efectiva de los pueblos indígenas, ONGs, comunidades locales y academia | CIGIDEN

Para enfrentar la crisis climática se necesita la participación efectiva de los pueblos indígenas, ONGs, comunidades locales y academia

Las investigadoras CIGIDEN, Rosario Carmona y Consuelo Biskupovic, realizaron un estudio que promueve la participación interdisciplinar de distintos actores sociales para la reducción de la vulnerabilidad de los distintos territorios y favorecer un debate democrático.

Foto de Malcolm Lightbody en Unsplash

El aumento de la temperatura, la pérdida de superficie y degradación de bosques y ecosistemas, la extinción acelerada de especies, la acidificación de los océanos, el aumento de la contaminación, la aparición de enfermedades emergentes y pandemias, inseguridad alimentaria e hídrica y diversas crisis políticas. Estas son solo algunas de los efectos del cambio climático en el planeta.

En América Latina diversas organizaciones, comunidades y colectivos se encuentran respondiendo, tanto a los efectos biofísicos del cambio climático, como a los impactos que generan las respuestas hegemónicas y jerárquicas en sus territorios. No obstante y según lo que plantea el estudio “Local Responses to a Global Crisis: Indigenous Peoples, Civil Society and Transdisciplinarity to Face Climate Change”, los aportes y acciones de los actores no estatales, continúan siendo escasamente considerados en los debates sobre el cambio climático.

“El cambio climático es síntoma de una crisis global que emerge desde las prácticas de ciertos grupos humanos con mayor poder y niveles de consumo, y la poca implementación de iniciativas realmente participativas para la mitigación y la adaptación al cambio climático en latinoamérica”, explica Rosario Carmona, autora principal del paper e investigadora de la línea “Cultura del desastre y gobernanza del riesgo” del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres, CIGIDEN.

Actores no estatales

Por esta razón, agrega la experta, el discurso climático institucional aún no aborda las complejidades del colonialismo, las contradicciones del capitalismo y los desbalances de poder en la geopolítica internacional. En este contexto y junto a la investigadora CIGIDEN, Consuelo Biskupovic, decidieron analizar cómo los actores no estatales se están organizando y respondiendo ante el cambio climático.

“Para esto comenzamos con una descripción histórica del aporte de las ciencias sociales a la comprensión del cambio climático, que inicialmente era ámbito estrictamente científico y su contribución al análisis crítico sobre cómo las comunidades atribuyen significado y responden al cambio climático y sus efectos”, detalla la antropóloga de la U. Mayor.

De acuerdo a las investigadoras, el estudio Identificó tres niveles centrales a considerar para enfrentar los desafíos y las políticas asociadas al cambio climático. En primer lugar están las demandas de participación de los pueblos indígenas, luego la organización de la sociedad civil, y también la colaboración entre comunidades locales, la academia y otros actores sociales a través de la transdisciplina.

Desarrollo económico

El estudio postula que los principales inconvenientes a los que se enfrentan las comunidades indígenas, son el impacto del extractivismo, junto las actividades que promueven el desarrollo económico. A lo anterior se suma una creciente criminalización de la denuncia ante tales conflictos e incluso el asesinato de los defensores ambientales, cuyas muertes en América Latina se alzaron a 152 en 2020, siendo al menos un tercio de origen indígena. No obstante, el paper también destaca que los sistemas de conocimiento ancestral son ampliamente reconocidos por su rol en la conservación.

“Aunque los pueblos indígenas representan tan solo 5% de la población mundial, sus territorios tienen la capacidad de almacenar considerables cantidades de carbono, las que se incrementan con aportes sustanciales para las acciones de mitigación”, comenta Carmona. En relación a las organizaciones de la sociedad civil –expertas y no expertas-, profesionales y territoriales, académicas y ONG, las investigadoras destacan que todas poseen enormes capacidades para generar un lenguaje común capaz de influir en el debate climático internacional.

Foto de Macarena Moraga en Unsplash

“La participación efectiva de estos grupos es urgente, ya que son los países empobrecidos y dependientes de los mercados globales, junto a las comunidades excluidas, como los pueblos indígenas, mujeres, niños, adultos mayores y discapacitados, quienes están siendo más impactados por el cambio climático y, al mismo tiempo, a quienes se les excluye de los procesos de toma de decisión”, advierte la antropóloga Consuelo Biskupovic.

Según Rosario Caroma, “dentro de los enfoques transdisciplinares en el contexto del cambio climático, el rol de los sistemas de conocimiento de los pueblos indígena, por ejemplo, ha adquirido una progresiva atención, puesto que ha demostrado una gran capacidad de resiliencia, adaptación y reparación”.

A juicio de Consuelo Biskupovic, los actores locales cumplen un rol crucial para entender los entornos y territorios, por lo que los diagnósticos se deben levantar desde y con estos conocimientos, atendiendo a las necesidades y relaciones de quienes viven en los territorios.

«Las instancias de participación deben ser deliberativas pudiendo, por una parte, recoger aquellos conocimientos territoriales y, por otra, motivar y sumar actores diversos para consolidar las relaciones entre humanos y medioambientes y a  través de instrumentos que sean diseñados y elaborados en mesas con actores distintos, de orígenes diversos, por comunidades locales, colectivos preocupados por cuestiones ambientales, académicas ny acdemicos  de distintas disciplinas, donde todos puedan aportar y decidir», sostiene».
El estudio concluye que si la colaboración y trabajo de los pueblos indígenas, las organizaciones sociales y actores interdisciplinares se hace efectiva, además de contribuir a la reducción de la vulnerabilidad de los distintos territorios, podría promover los procesos de redistribución del poder necesarios para frenar los impactos del cambio climático y favorecer un debate democrático, teniendo en cuenta a los diversos territorios y sus actores.
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