Durante los últimos cincuenta años, en Chile se han registrado una cuarentena de inundaciones –tanto en forma de aluviones, como en deslizamientos de terreno– todas ellas con consecuencias desastrosas. Inspirado en un estudio en torno al aluvión ocurrido en la Quebrada de Macul de 1993, el coordinador de la Unidad de Artes y Desastres (DESARTES) de CIGIDEN, Ignacio Gutiérrez, invitó a algunos artistas a reflexionar y producir obras en base a la investigación, junto al archivo de imágenes y prensa generado por los expertos.
“Dada las devastadoras fuerzas que han demostrado exhibir, se vuelve urgente pensar, investigar y sensibilizar sobre este fenómeno, hoy, más que nunca, cuando el cambio climático multiplica los eventos climáticos extremos y la urbanización descontrolada en zonas de riesgo no cesa, ni tiene intención de hacerlo”, sostiene el psicólogo con estudios de antropología e investigador CIGIDEN.
A través de exploraciones artística vinculadas a la creación de imágenes pictóricas, instalaciones sonoras y performances en el espacio público, “ALUVIÓN” reúne el trabajo artístico del coordinador de DESARTES en colaboración directa con el artista Nicolás Briceño, además de obras de Sebastián Riffo Valdebenito y el colectivo Charco.
Artes y ciencia
Tanto las obras de Riffo, como la de Gutiérrez y Briceño, están basadas en la investigación científica denominada “The GeoSocial Model: A Transdisciplinary Approach to Flow-Type Landslide Analysis and Prevention” (2021). Este artículo que fue elaborado por las investigadoras CIGIDEN Valentina Acuña, Francisca Roldán, Leila Juzam y el investigador CIGIDEN, Manuel Tironi, generó una metodología de investigación experimental donde se vincularon factores geológicos y sociales para abordar el fenómeno de los deslizamientos de tierra, con el objetivo de realizar análisis e intervenciones más robustas e inclusivas.

La obra de Riffo lleva por título “Esperando que el río se levante” (2022) y está conformada por una serie de pinturas que contraponen diferentes imágenes de prensa sobre el aluvión de la quebrada de Macul de 1993. Ignacio Gutiérrez señala que “lejos del sensacionalismo propio de los archivos noticiosos que se generaron en aquel entonces, sus referencias dibujan y desdibujan planos afectivos y entornos expresivos de carácter abstracto donde se busca retardar la mirada ante la fugacidad, saturación y olvido de las imágenes de prensa”.
La obra de Gutiérrez y Briceño, en tanto, llamada “Viene bajando la Quebrada” (2022), es una instalación espacial de carácter sonoro, que explora la etnografía sensorial del estudio de CIGIDEN, recreando el sonido de los aluviones y activándose según los años de aluviones registrados en la Quebrada de Macul desde 1900 hasta la actualidad.
Memoria sonora
La instalación utiliza el sonido de palos de agua –tubos de madera de cactus ahuecados, rellenos de semilla–, que “cuando estos se inclinan, las semillas depositadas caen suavemente y su golpeteo con las espinas produce un sonido que se asemeja al de la lluvia o al agua cayendo”. Junto a esto la obra incluye un cajón lleno de piedras que gira una y otra vez, con piedras que se golpean unas a otras fuertemente. “Tal como la gente describe los aluviones”, asegura Ignacio Gutiérrez.
El Colectivo Charco por su parte, presentó “Un año de Atacama” (2016), un video registro de una performance colectiva que buscó denunciar la condición de abandono en la que se encontraba la región, luego de un año de acontecido el aluvión del 23 de marzo del 2015. Sus integrantes, Cristian Inostroza, Francisco González, Lucy Quezada y Paula Urízar, se llenaron de barro y salieron a las calles de Santiago.. En sus palabras: “Pareciera que estar embarrado es parte de nuestro cotidiano”.
Durante la inauguración, las investigadoras CIGIDEN, Leila Juzam y Valentina Acuña, contaron desde sus experiencias y memorias personales, cómo surgió la idea de investigar de manera interdisciplinaria sobre Quebrada de Macul. Las científicas explicaron que en la investigación establecieron una estrecha relación con las víctimas del desastre, y el aporte significativo de la memoria viva de algunos personajes, la prensa de la época, el registro geológico, y otros vestigios que aún permanecen en el lugar.
“ALUVIÓN” es la primera exposición organizada por DESARTES y busca generar un puente significativo entre investigaciones científicas y obras de arte que abordan los desastres en Chile”. La muestra estará vigente hasta el sábado 14 de mayo en el Espacio Amaza, ubicado en Bernardo de Amaza 643, Ñuñoa.