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Hace siete años, un sismo de magnitud 8,4 impactó con fuerza el borde costero de la zona norte del país. Eran las 19:54 horas del día miércoles 16 de septiembre y tras el terremoto, se generó un tsunami, cuyas olas alcanzaron la costa en minutos y provocaron importantes inundaciones varias horas después de ocurrido el sismo. Durante los primeros 30 días posteriores al terremoto, se registraron más de 1.400 réplicas con una magnitud igual o superior a 3, más de 2.000 a los dos meses, y sobre 4.200 al año de ocurrido el megasismo. La primera réplica importante ocurrió cinco minutos después del evento principal y alcanzó una magnitud de 6,3, sin embargo, la réplica de mayor envergadura fue de magnitud de 7,1 el mismo 16 de septiembre de 2015 a las 20:18 hora local.
Quince personas fallecieron debido al terremoto y tsunami ocurrido en Illapel en 2015. El evento también dejó heridos de diversa consideración, 27.722 personas damnificadas, 2.442 viviendas destruidas y 2.712 viviendas con daños severos. El terremoto generó una alerta de tsunami, por lo que ONEMI llamó a una evacuación preventiva en todo el borde costero de Chile, dejando de manifiesto que estas alertas debían ser más localizadas para no alarmar a toda la población a lo largo del país.
El Gobierno de Chile decretó “Estado de emergencia constitucional” en toda la región de Coquimbo y «zona de catástrofe» en la provincia de Choapa —compuesta por las comunas de Los Vilos, Illapel, Salamanca y Canela, siendo estas tres últimas las más afectadas—, la provincia de Limarí —compuesta por las comunas de Ovalle, Río Hurtado, Monte Patria, Combarbalá y Punitaqui— y la comuna de Coquimbo.
La zona de Baquedano en Coquimbo fue fuertemente impactada por el tsunami y necesitó de un plan de reconstrucción liderado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, denominado “Plan de regeneración Baquedano”, que respondió la la necesidad de abordar la reconstrucción desde el barrio y la ciudad, donde el protagonista fue el parque fluvial en entorno al humedal Culebrón, que demostró ser un amortiguador de fenómenos naturales como los tsunamis.
El impacto de los tsunami en la costa ha levantado la necesidad de modelar y estudiar el comportamiento de las evacuaciones en sectores costeros. En este sentido, las imágenes satelitales permiten dimensionar los efectos de tsunamis e inundaciones, ver la extensión y alcance de estos eventos en términos de destrucción, ya que permiten visualizar lugares remotos de difícil acceso y procesos que a escala humana no se ven. En el caso del terremoto de Illapel, por ejemplo, los Interferogramas generados en base a imágenes radar de apertura sintética (SAR), antes y después del terremoto, permiten medir las deformaciones cosísmicas generadas por el desastre.
Las imágenes de alta resolución también se utilizan para calcular el tiempo de evacuación a partir de análisis con distancias de menor costo en el caso de tsunami y para desarrollar los modelos digitales de elevación (DEM) derivados de misiones satelitales cuando se trata de grandes áreas. La interferometría de radar (InSAR en inglés) por su parte, es una técnica que se utiliza para medir el movimiento de la superficie de la Tierra, mediante la diferencia de fase de ondas electromagnéticas enviadas por satélites. InSAR se utiliza para construir modelos de elevación de la superficie de la tierra, determinar la acumulación de energía en fallas que pueden producir terremotos y tsunamis y constreñir la geometría y el movimiento de fallas que se rompen durante terremotos, entre otras aplicaciones.
Gracias a las imágenes aéreas (uso de drones y satélites), los investigadores de CIGIDEN pueden obtener un análisis de la evolución de la costa a través del tiempo mucho más específico, ya que registran los procesos erosivos que ha sufrido la costa a través del tiempo, debido a desastres pasados u otros procesos de origen natural.
Alejandra Gubler, doctora © en Geografia UC e investigadora CIGIDEN.
Patricio Catalán, doctor en ciencias e investigador CIGIDEN - USM.