La madrugada del 8 de julio de 1730 un meterremoto –se estima pudo alcanzar los 9,1 o 9,3 grados de magnitud–, ocurrió en la zona central afectando gravemente a las ciudades costeras Valparaíso y Viña del Mar, pero sus impactos pudieron registrarse entre Copiapó y Chillán. Se trató de un evento que de contar con la instrumentación necesaria se ubicaría como el segundo más grande después del terremoto de Valdivia de 1960, pero del que solo se sabe a través de registros históricos.
De acuerdo a los antecedentes que han podido estudiar los investigadores Matías Carvajal y Marco Cisternas, ambos de la PUCV y Patricio Catalán de la USM e investigador de CIGIDEN, el tsunami producto del terremoto, tuvo ondas con una altura máxima de 7-8 metros, alrededor de 8 metros en Concepción (hoy Penco). A las costas de Japón, las olas llegaron aproximadamente un día después del terremoto y se informó en al menos seis lugares a lo largo de la costa noreste de Honshu de un aumento del nivel medio del mar de hasta dos metros.
Para activar la memoria de este terremoto –han pasado casi 300 años sin un evento de estas características y las rupturas que han ocurrido desde entonces no han liberardo la energía que se acumula desde entonces–, CIGIDEN, ONEMI, Fundación Proyecta Memoria y Cyclos, realizaron una serie de actividades el 8 de julio, que comenzaron con una charla sobre tsunamis a más de 200 estudiantes de establecimientos educacionales de Valparaíso y Viña del Mar. Las charlas estuvieron a cargo de investigadores e investigadoras de CIGIDEN y CYCLOS: Rafael Aranguiz (UCSC), Patricio Catalán (USM), Rodrigo Cienfuegos (UC), Marcos Cisternas (PUCV), y Alejandra Gubler (USM).
Feria educativa
La emblemática Plaza La Matriz de Valparaíso, fue escenario de una feria educativa ciudadana, que contó con stand interactivos de ONEMI, CIGIDEN y SHOA, donde estudiantes del colegio San Ana de Valparaíso y vecinos de la zona, se familiarizaron con simuladores de terremotos y tsunamis, y conversaron con científicos sobre las mejores prácticas para actuar en caso de eventos extremos. “Aprendí como resguardarme de sismo o algo más fuerte como un terremoto y tsunamis”, cuenta Cristóbal Fuentealba, estudiante que visitó la muestra.
A juicio del investigador Patricio Catalán, “uno de los principales enemigos de la prevención ante tsunamis es la falta de memoria, y olvidar lo que ocurrió en el pasado”. Pero “desde la ciencia sabemos que ocurrirá un evento como el de 1730, lo que no sabemos es cuándo”, aseguró el académico Marcos Cisternas, quién realizó una charla científica durante la conmemoración en Plaza La Matriz.
“Los tiempos geológicos son súper diferentes a los tiempos humanos”, complementa, Jorge León investigador CIGIDEN y académico de la USM. “El último gran evento acá en la zona ocurrió en 1730, hace 289, en ese entonces la costas chilenas era otra, el país era otro. Si esa situación se repitiera hoy, tendríamos potencialmente miles de personas afectadas. En muchas zonas costeras de Chile, la evacuación es la única vía real para salvar vidas”, advierte el experto.
Momentos de emergencia
Según Catalán, podrían existir en Viña del Mar y Valparaíso una gran cantidad de edificaciones que podrían ser utilizados como sitios de evacuación vertical. “Pero parte del problema, agrega el investigador, está en que esas son propiedades privadas, en las cuales hay que permitir acceso y donde no se han creado vías de acceso a pisos superiores. Necesitamos adaptaciones estructurales para llegar a pisos superiores y de acciones legales que, permitan a terceros, acceder a estos en momentos de emergencia”,
Por esto, comenta Rodrigo Cienfuegos director de CIGIDEN, estamos trabajado el base al escenario de 1730 para hacer un diagnóstico sobre el potencial de evacuación vertical en las zonas bajas de Valparaíso y Viña del Mar. “En base a ese diagnóstico hemos traído la información y antecedentes que disponemos para que, aquí en la región y en el país, se pueda discutir seriamente sobre evacuación vertical”, concluye el también académico de la Escuela de Ingeniería UC.