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9 aportes del conocimiento tradicional, indígena y local para la Reducción del Riesgo de Desastre en Chile | CIGIDEN

9 aportes del conocimiento tradicional, indígena y local para la Reducción del Riesgo de Desastre en Chile

El reconocimiento y la incorporación del conocimiento local en planes de mitigación, gestión y recuperación luego de un desastre, sigue siendo un desafío sustancial. Mientras los saberes locales –que nacen, se acumulan y circulan en comunidades y territorios– se multiplican y se vuelven cruciales en la gestión in situ de riesgos socionaturales, los instrumentos y normativas de GRD aún no logran incorporar este conocimiento de manera robusta.

Fotos: José Miguel Valdés.

¿Cómo definimos “conocimiento local” y dónde lo encontramos? ¿Cómo lo aprovechamos respetando su especificidad y riqueza? ¿Qué instrumentos y metodologías necesitamos para hacerlo ingresar sustantivamente a la política pública? Estas son algunas preguntas cruciales para que Chile avance hacia una sociedad más resiliente, sustentable y democrática, y fueron el corazón del ciclo de conversaciones  “Desastres desde abajo: El rol de los saberes locales en la gestión del riesgo de desastre, organizado desde CIGIDEN.

“Pensado como un espacio para la especulación y el intercambio de ideas, el conversatorio no buscó determinar respuestas sino más bien abrir preguntas y reflexiones en torno al rol del saber local en las estrategias de Reducción del Riesgo de Desastre. El resultado de estos diálogos fueron plasmados en el libro “Desastres desde abajo: el rol de os saberes locales la Gestión del Riesgo de Desastres”, dice Manuel Tironi investigador CIGIDEN, académico de Sociología UC, y uno de los autores del documento junto al investigador CIGIDEN Francisco Molina.

De acuerdo al documento, la riqueza de conocimientos y de prácticas tradicionales, indígenas y locales en Chile es extensa y compleja. Se trata de habitantes de un territorio marcado por variados fenómenos disruptivos, comunidades locales, pueblos ancestrales y colectivos territoriales que han elaborado sofisticadas prácticas situadas de diagnóstico, respuesta y mitigación del riesgo de desastre.

Naturalezas cambiantes

“Son saberes informales que, sin embargo, se sustentan en la acumulación y sistematización de experiencias concretas con naturalezas cambiantes. Son acervos que muchas veces pasan oralmente de generación en generación, o que sencillamente son parte inmanente de los mundos que pueblos, colectivos y comunidades construyen y habitan”, aseguran los expertos de la Línea de Investigación de CIGIDEN “La cultura del desastre y la gobernanza del riesgo”.

A juicio de los investigadores, estos conocimientos, lejos de ser un patrimonio estático, están en constante transformación y expansión: “En la medida que aparecen nuevos desafíos ante el cambio climático, las prácticas y saberes ecológicos de los territorios se ajustan y renuevan. En la ciudad y en el campo nacen nuevas organizaciones ciudadanas que traen consigo nuevas conceptualizaciones y propuestas prácticas. Los grupos migrantes que se han asentado en el país nos enriquecen con nuevas sensibilidades ambientales y conocimientos ante riesgos y desastres. A esto se le suma el surgimiento de tecnologías y plataformas digitales que han permitido diversificar los espacios de información, participación y colaboración en todo el ciclo del desastre”, escriben en el libro.

Autor: Gonzalo Bacigalupe.

Durante las conversaciones, surgieron una serie de reflexiones que identifican 9 nueve formas en que los saberes propios de los territorios y comunidades ayudan a enriquecer, expandir y cualificar la política de RRD.

 

  1. Carácter situado: hablamos de conocimiento local porque se trata de un saber situado, es decir, que hace referencia a un territorio, posee un carácter experiencial y se confecciona de manera colectiva.
  2. Revela el sentir de los territorios: el conocimiento local alberga y nace de las experiencias de coexistencia entre distintas entidades –humanas, vegetales, geológicas— y releva lo que comunidades sienten y piensan sobre su territorio, así como los parámetros del riesgo, el desarrollo, lo justo y lo sustentable.
  3. Resignifica los riesgos: al ser relevados desde el conocimiento local, los riesgos aparecen de manera diferente a como son definidos desde el mundo científico: se pone énfasis en su naturaleza extensiva y a largo plazo, y se les evalúa en función de sus efectos situados.

    Fotos / José Miguel Valdés

  4. Posee múltiples portadores: el conocimiento local posee múltiples portadores en tanto se encuentra en diferentes actores y escalas, aún cuando hacen alusión a un territorio específico.
  5. Implica conectarse con la memoria: el conocimiento local considera la memoria como una “base de datos experiencial”, que permite vincular los desafíos presentes a la experiencia del pasado, conectando la vida e historia de la comunidad con los riesgos que enfrenta.
  6. Se hace cargo degragación ambiental como desastres: el conocimiento local aborda el deterioro ambiental considerándolo como un desastre en tanto empobrece a actores y comunidades locales, condicionando su bienestar social y ecológico. Desde los territorios los “desastres” no sólo son terremotos y tsunamis, sino también procesos crónicos de “desastre lento”.
  7. Dialoga con nuevas tecnologías: el conocimiento local presenta apertura al diálogo con nuevas tecnologías y medios de comunicación para hilvanar un nuevo lenguaje que le permita a actores y comunidades posicionarse al momento de diseñar estrategias de gestión de riesgo de desastres.
  8. Promueve la sanación: desde la perspectiva del conocimiento local, la RRD no puede tratar únicamente sobre la proyección de escenarios futuros. A lo que invita el conocimiento local es a una planificación que contemple procesos de sanación y remediación de personas, comunidades y ecosistemas.
  9. Dialoga con el arte y la cultura: el conocimiento local es especialmente permeable a los registros más afectivos, creativos y especulativos propios de las artes y la cultura. La conexión entre el conocimiento local y las artes emerge, por tanto, como una posibilidad clave para la gestión de RRD, toda vez que permite visibilizar a los territorios y sus saberes, aumentar su alcance y sensibilizar a los tomadores de decisiones.

 

Ciclo de conversaciones CIGIDEN

El ciclo de conversaciones realizados en el Museo de Artes Visuales (MAVI) en 2018– contó con la participación de Cristóbal Mena, subdirector Nacional ONEMI; Rodrigo Mundaca, dirigente social Modatima; Jeannette Paillán, documentalista y directora Ficwallmapu; Boris Sáez, jefe de la Oficina de Gestión Integral de Riesgo de Desastres, Municipalidad de Talcahuano; Mario Pereiram director nacional de Sernageomin y Valeria Torres, oficial de Asuntos Económicos CEPAL. Además de Beatriz Bustos, directora ejecutiva Centro Cultural La Moneda; Daniela Catrileo, poeta mapuche y profesora de filosofía y Tomás Vivanco, académico UC y Co-director de FAB LAB.

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